CARTA A UN HERMANO
No
pudiste haberlo imaginado mejor, hermano:
recorrer
juntos la carretera amante de la costa
en
una vieja troca que fuera deshaciéndose
con cada kilómetro olvidado.
Es
verdad que siento celos
de
aquellos que comparten los días contigo y el norte.
Sé
que no te pierdes algún atardecer
y no dejas de subir con tus perros
la
infinidad sinuosa de los montes.
Aunque
te agobien sus ladridos
respetas
su desobediencia.
Esto
me enseñas cada día.
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