El otoño de mil 997
Estoy en el otoño de mil 997. Los domingos de mi familia son reuniones
con la intención de comer lo que mi abuela quiera. Llegamos después de las
cuatro de la tarde para soportar el calor sin el sol entre los ojos. A los seis
años es natural que siga los pasos de mis primos más grandes como las
hojas jóvenes caen bajo el trazo de las más viejas. El norte de la ciudad
apenas comienza a crecer y es fácil arribar a terrenos yermos, donde
se olvida la domesticación de los perros y la petición de las madres por cuidar
nuestra apariencia. Todos sentimos curiosidad por el lugar donde estas
reuniones se llevan acabo. Turnamos un rifle de postas entre nuestras
manos. Las mías y mi fuerza son diminutas para su tamaño. Nos creemos
afortunados cuando el cansancio de mi tío excede su confianza en nosotros.
Por lo general, acomodamos latas a distancia y pronto mejoramos nuestros
cálculos. Comenzamos a cazar el movimiento. Yo lo veo como un simple reto, un
avance en la serie de eventos que dibujan las tardes del campo. Nunca cuestioné
el triunfo del golpe. Para mis primos yo soy el primer afortunado. La posta
atraviesa su ala y golpea su cuello. Es un petirrojo joven. Su caída es
inmediata y aplomada. Buscamos su cuerpo y lo encontramos entre las hojas, como
si la misma naturaleza intentara cubrir el crimen. Sus ojos siguen abiertos. La
obscuridad en ellos me parece el negro más honesto. El mayor de nosotros lo
toma entre el cuenco de sus manos. Lo coloca en un bloque de cemento. El
petirrojo contrasta con el tamaño y el color de su lecho. Luego, mi primo toma
otro fragmento seco y gris, y le deja a la gravedad el resto. Ellos siguen
adelante y el rifle continúa su intento por inmovilizar la inocencia. La
mía ya está fragmentada. La crueldad no se conoce sino hasta recordarse. Y
cuestiono sus limitantes mientras descifro cómo toda esa sangre y vianda rosa
formaban antes un bello cuerpo con alas.
siempre me he preguntado lo que pasa detrás de las fotos de Adriano Sodre, creo que esto es algo que podría ser eso.
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